Su plan terminó en un cómico fracaso.
La española Ana Hurtado, autoproclamada defensora de las «verdades» cubanas y ferviente admiradora del sistema, hizo una inesperada aparición en el Capitolio de La Habana, donde, según testigos, se le vio forcejeando con el mítico diamante que marca el kilómetro cero de las carreteras cubanas.
Al parecer, la periodista intentó hacerse con el famoso tesoro con la excusa de que «el capitalismo no tiene derecho sobre las piedras preciosas del pueblo».
MÁS NOTICIAS
«Pensé que me dejarían llevarlo como un regalo del pueblo cubano», explicó Hurtado más tarde. «Después de todo lo que he hecho por Cuba, era lo mínimo que podían ofrecerme».
«Solo quería salvarlo del imperialismo»
La reacción de los visitantes al Capitolio fue de asombro y confusión.
Según uno de los guías turísticos que presenció el incidente, Hurtado se acercó al diamante con una tranquilidad sospechosa.
«Primero empezó a hacer comentarios sobre cómo el diamante debía ser resguardado de las garras del imperialismo yanqui. Luego, sin previo aviso, sacó un destornillador de su bolso y comenzó a intentar desatornillarlo».
Lo más curioso es que Ana lo hacía con total serenidad, como si estuviera en su derecho de llevarse el diamante.
«Esto no es robar, es rescatar una pieza histórica», habría dicho Hurtado mientras sudaba por el esfuerzo de intentar zafar la piedra.
La huida más absurda de la historia
Tras varios minutos de lucha infructuosa con el diamante, Hurtado optó por lo que muchos considerarían la opción más insólita: intentó escapar con una réplica de la tienda de souvenirs, convencida de que nadie notaría la diferencia.
«Al fin y al cabo, el valor es simbólico», comentó mientras salía del recinto con la réplica bajo el brazo y una sonrisa de satisfacción.
Lamentablemente para Hurtado, la seguridad del Capitolio no tardó en detenerla, explicándole que incluso las réplicas de los diamantes tenían un precio que debía pagarse en moneda libremente convertible (MLC).
«¡Esto es un abuso capitalista!», exclamó, olvidando momentáneamente que estaba en la «joya arquitectónica del socialismo cubano».
La respuesta oficial y el impacto en redes
El gobierno cubano ha guardado silencio oficial sobre el asunto, aunque algunos cercanos al régimen sugieren que se trató de un malentendido.
«Ana solo quiso hacerle un favor al pueblo, llevándose el diamante a un lugar más seguro. Es una incomprendida», declaró un vocero no identificado.
Las redes sociales, sin embargo, no tardaron en reaccionar.
En Facebook, los cubanos no tardaron en lanzar comentarios sarcásticos como «Ana, querida, deja algo para nosotros» o «Si te llevas el diamante, al menos déjanos la cola para el pan».
Incluso algunos especularon si su próxima hazaña sería llevarse el Morro o la Giraldilla para colocarlas en su jardín.
Reflexiones sobre el «amor» a Cuba
A pesar del bochornoso incidente, Ana Hurtado no se ha mostrado arrepentida.
Al contrario, ha anunciado en sus redes sociales que continuará su «misión» para liberar a Cuba de las garras del imperialismo, una tarea que, al parecer, incluye llevarse algunos monumentos históricos como trofeos.
Quizá en su próxima visita al Malecón, Hurtado intente llevarse una ola.