En un giro tragicómico que solo puede ocurrir en Cuba, un anciano, desesperado por la inflación galopante que está golpeando su bolsillo, decidió asaltar un banco local, pero su plan se vio frustrado cuando descubrió que no había efectivo disponible en la institución.
Ataviado con ropa humilde, una gorra Puma y un pullover a rayas desgastado, el anciano ni siquiera llevaba el tradicional maletín de los atracos de película. En su lugar, sostenía una jabita de nylon de la shopping, claramente preparado para llevarse el dinero que, lamentablemente para él, no existía.
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Al darse cuenta de la ausencia total de billetes en el banco, el anciano no se dejó abatir por la situación. Al contrario, demostrando una adaptabilidad digna de los tiempos modernos, pidió a los empleados que, en lugar de entregarle dinero en efectivo, le hicieran una transferencia a su cuenta, utilizando el sistema QR.
«Vamos, compañero, hagan la transferencia y todo queda entre nosotros. Nadie se va a enterar», les dijo, mientras seguía sosteniendo la jabita, ya resignado.
Lejos de mostrar enojo, el hombre agradeció a la Revolución y a sus dirigentes por haber implementado la digitalización bancaria, que permite operaciones más eficientes sin depender de los tan escasos billetes.
«Gracias a esta genial idea podemos eludir el bloqueo del imperialismo yanqui», exclamó con cierto aire de alivio, refiriéndose a las restricciones impuestas por la OFAC que, según sus palabras, «tienen a los ladrones cubanos pasando trabajo y entregados a la mala vida».
Aunque la transferencia nunca se concretó, el anciano abandonó el lugar esposado por la policía, pero con dignidad, dejando claro que, en tiempos de crisis, hasta el crimen debe adaptarse a los avances tecnológicos.