Se corrió un rumor entre los vecinos de que repartirían yogur de soya.
En una de las asambleas más cortas y accidentadas de los últimos tiempos, el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, sorprendió a los presentes al interrumpir el monótono discurso de rigor con una advertencia que dejó a todos con la boca abierta: “¡Apuren esto, antes de que quiten la corriente!”.
El evento, celebrado en el barrio de Luyanó, contaba con una modesta asistencia de vecinos, muchos de los cuales solo se presentaron porque alguien les dijo que repartirían yogurt de soya.
MÁS NOTICIAS
A pesar de las tradicionales loas a la revolución y a los “logros” del gobierno, todo el mundo estaba más pendiente del reloj que del micrófono, temiendo lo inevitable: el apagón programado para las 8:30 PM.
Cero protocolo, mucha prisa
Bruno, visiblemente inquieto, decidió prescindir del protocolo y cortar la perorata habitual de más de 40 minutos para lanzar su advertencia.
“Compañeros, ahora mismo lo que más nos apura es que en 10 minutos se va la luz,” dijo mientras miraba nervioso el reloj. “Así que vamos a lo que vinimos: la rendición de cuentas. Sí, sí, todo muy bien, lo de siempre: que si la salud, que si la educación, ¡pero acaben ya, que lo que viene es candela!”.
Los presentes, acostumbrados a horas interminables de alabanzas gubernamentales, no daban crédito a lo que escuchaban.
Hasta Salustiano Mendoza, presidente del CDR y conocido por sus largas intervenciones sobre la disciplina revolucionaria, se quedó pasmado.
“Bruno estaba loco por irse. Se le notaba la desesperación,” comentó un vecino que prefiere mantenerse en el anonimato para evitar que lo tilden de contrarrevolucionario por mencionar la palabra “apagón” en público.
“La revolución está electrificada… hasta las 8:30 PM”
La frase que marcó la noche fue el comentario final de Bruno: “La revolución está electrificada… hasta las 8:30 PM”, lo que desató carcajadas entre los presentes.
Incluso el agente de la Seguridad del Estado encargado de vigilar a los más críticos soltó una risita nerviosa.
Al parecer, el canciller cubano no estaba dispuesto a pasar la noche oscura sin corriente y menos escuchando quejas sobre la falta de agua y el deterioro de los edificios del barrio.
“Caballero, es que hay prioridades. Si se va la corriente y no se ha acabado esto, no hay quien aguante el calor aquí”, le habría dicho a su equipo.
A toda velocidad, pero sin yogurt
Lamentablemente, el apuro de Bruno para terminar la asamblea no dejó tiempo para la prometida entrega de yogurt de soya, lo cual generó descontento entre los pocos vecinos que habían asistido solo por eso.
“¿Y el yogurt? Me dijeron que por lo menos eso nos íbamos a llevar,” gritó una señora indignada al final de la reunión, cuando ya la corriente se había ido y solo quedaban unas pocas linternas encendidas.