La nueva generación de viviendas en Cuba, construidas con madera y zinc, desafía las tendencias modernas. Explora esta singular propuesta que revive el pasado en el presente.
El gobierno cubano sorprendió al mundo con la inauguración de una nueva generación de viviendas: casas de madera con techos de zinc.
Sí, en pleno siglo XXI, cuando los rascacielos de vidrio y acero se elevan por doquier y los avances tecnológicos permiten casas inteligentes, Cuba ha decidido que la mejor manera de encarar el progreso es volver a las raíces… bien, pero bien atrás en el tiempo.
La secretaria del PCC en Santiago de Cuba, Beatriz Johnson, presentó con gran entusiasmo estas «modernas» viviendas como la solución definitiva a las necesidades habitacionales de los ciudadanos.
Una idea revolucionaria
Al parecer, la idea es tan revolucionaria que dejó perplejo a más de uno, preguntándose si no se trataba de un proyecto del Museo de Historia o un set para una película ambientada en el siglo XIX.
Estas casas, construidas con la tecnología más puntera del siglo XIX, cuentan con la ya legendaria combinación de paredes de madera y techo de zinc, materiales que, en otros lugares, son considerados reliquias del pasado o soluciones temporales, pero que en Cuba se elevan al rango de innovación.
Según las autoridades, el uso del zinc para los techos es una clara muestra de la resistencia del pueblo cubano: «No importa cuántas lluvias o huracanes vengan, este zinc aguantará… o se reemplazará rápido y barato».
Mientras tanto, en otros países, las viviendas sostenibles, los sistemas de energía solar y los diseños ecoamigables son la norma.
Una tradición viva
En Cuba, sin embargo, se ha optado por mantener viva la tradición de las casas de madera, asegurando que, si alguna vez se pierde la señal de internet, al menos los cubanos tendrán algo con lo que hacer fuego para cocinar.
Esta «revolucionaria» solución habitacional también ha generado algunas preguntas incómodas, como si las próximas construcciones incluirán sistemas de alcantarillado de lujo del siglo XVIII o ventiladores a mano para combatir el calor tropical.
Sin embargo, los promotores de la idea insisten en que es un ejemplo de la capacidad del gobierno para adaptarse a los tiempos… aunque estos tiempos sean dos siglos atrás.
Así que, mientras el mundo sigue adelante, Cuba ha demostrado una vez más su compromiso con el pasado, asegurándose de que los avances del siglo XXI no perturben su particular visión de progreso.
En palabras de un orgulloso residente, «podría ser peor, al menos no estamos construyendo con piedras y barro… todavía».
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