Descubre el primer Museo de la Abundancia en La Habana, un espacio que celebra los logros cubanos en bienestar, desafiando la imaginación de sus visitantes.
La Habana – El gobierno cubano inauguró el primer Museo de la Abundancia en pleno corazón de La Habana Vieja.
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Según las autoridades, este nuevo espacio está dedicado a celebrar los «espléndidos logros» del país en materia de bienestar y prosperidad.
Sin embargo, los visitantes más escépticos no tardaron en calificarlo como “el mayor ejercicio de imaginación de los últimos 60 años”.
Un recorrido inolvidable: de lo ilusorio a lo irreal
Al cruzar las puertas de este insólito museo, los visitantes son recibidos por la primera sala, “La Época de Oro de la Libreta”, donde se exponen las cartillas de racionamiento enmarcadas como si fueran reliquias de un tiempo donde, según los guías, “nadie sabía qué hacer con tanta comida”.
Una grabación repetitiva en voz en off afirma que la libreta de abastecimiento es un “ícono de la abundancia”, capaz de alimentar a una familia con un kilogramo de arroz, un cuarto de pollo y una generosa cuota de sueños rotos al mes.
El Pasillo de los Productos Perdidos
Los visitantes pasan luego al “Pasillo de los Productos Perdidos”, una sección que, a decir verdad, está casi vacía.
Aquí, la única exhibición es un estante que simula estar lleno, pero que en realidad no tiene más que carteles con frases como “Se fue el aceite”, “No hay papel sanitario” y “Hoy no llegaron las viandas”.
En el centro de la sala, una escultura hecha de latas de sardinas – ese lujo tan “cotidiano” en la dieta del cubano – representa la cúspide de la abundancia alimentaria.
El Pabellón de los Elogios Desmedidos
Pero el verdadero punto culminante del museo es el “Pabellón de los Elogios Desmedidos”, donde se proyectan videos interminables de antiguos discursos gubernamentales alabando la autosuficiencia del país, la “potencia médica mundial” y la consigna de que “el cubano inventa”, haciendo referencia a las múltiples “soluciones creativas” para sobrevivir en un país donde la creatividad es casi tan escasa como la comida.
En un rincón, hay un espejo que invita a los asistentes a mirarse y repetir la frase “Aquí no falta nada”.
Si uno lo hace correctamente, según el guía, el espejo muestra una visión de un supermercado repleto de productos.
Sin embargo, los visitantes han reportado que el único reflejo que ven es el de un mercado vacío y su propia cara de desconcierto.
Tienda de Souvenirs: recuerdos que nunca se pueden llevar
La visita termina en la tienda de souvenirs, una verdadera obra de ironía: está repleta de imágenes de carretillas llenas de plátanos que se evaporan tan pronto como el cliente intenta comprarlas, y réplicas de productos de primera necesidad que sólo existen en forma de hologramas.
También se ofrecen postales que muestran estantes de tiendas bien surtidas, pero que llevan la advertencia “No intenten esto en casa”.
Abundancia para la posteridad
El Museo de la Abundancia se perfila como el lugar ideal para aquellos que deseen experimentar cómo sería la vida en un país donde todo abunda… en los discursos.
Al final del día, queda claro que, en Cuba, la verdadera abundancia siempre ha sido la imaginación del gobierno para maquillar la realidad.