La escena se volvió una muestra más de la «resistencia creativa» del pueblo.
En un país donde la frase “la lucha es diaria” ha alcanzado niveles casi literales, un grupo de pasajeros que viajaba rumbo a La Habana decidió tomar el asunto en sus propias manos. O mejor dicho, en sus propios brazos.
Cuando el tren en el que se trasladaban quedó varado por falta de combustible a mitad de camino, no hubo quejas, ni esperas inútiles: los cubanos hicieron lo que cualquier habitante de la isla haría en un momento de crisis… empezaron a empujar el tren.
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«Esto es más rápido que esperar al próximo tren», comentó uno de los empujadores, mientras respiraba profundamente entre esfuerzo y esfuerzo. «Al menos nos estamos moviendo. Además, en el tren de al lado ni aire acondicionado tienen. ¡Nosotros tenemos brisa gratis!»
Del «tren bala» al «tren a mano»
La imagen de los cubanos empujando el tren rápidamente se volvió viral en las redes sociales, donde el ingenio criollo fue aplaudido con comentarios como «Solo en Cuba se empuja el tren hacia la victoria» y «¡Qué viva el tren a propulsión humana!».
El tren, que hasta el momento había sido un símbolo del deterioro del transporte público en la isla, pasó a ser visto como una oportunidad de ejercicio colectivo.
«Esto es lo que yo llamo un gimnasio socialista», dijo una señora, que aprovechó para hacer un poco de cardio entre empujones.
Innovación revolucionaria en transporte
Las autoridades locales no tardaron en reconocer el esfuerzo de los ciudadanos y en anunciar que esta nueva modalidad de transporte podría convertirse en una solución alternativa para la crisis energética del país.
«Empujar trenes es una muestra de nuestra capacidad de adaptación. No necesitamos importar combustibles cuando tenemos tanta fuerza en el pueblo», expresó un representante del Ministerio de Transporte.
Incluso se ha planteado la posibilidad de implementar un sistema de «empujadores voluntarios», en el cual los cubanos que necesiten moverse en tren podrían ser parte activa de la solución, a cambio de un descuento en su próximo viaje (o una bolsa de croquetas).
Rumbo a La Habana… ¡a empujones!
El grupo, compuesto por unos 50 pasajeros, logró mover el tren unos cuantos kilómetros hasta que finalmente se les unieron otros viajeros que, en lugar de quejarse, vieron en la situación una oportunidad para socializar y compartir historias de lucha diaria.
«Nosotros nos adaptamos a todo. Si hay que empujar, empujamos. Si mañana nos dicen que tenemos que remar un camello, ¡también lo hacemos!», dijo un joven que se ofreció como voluntario para «empujar con más ganas que los demás».
Finalmente, después de unas horas de esfuerzo colectivo, los pasajeros lograron llegar a un cruce ferroviario donde, milagrosamente, apareció una locomotora (también empujada por otro grupo de cubanos) que les permitió terminar su viaje sin más inconvenientes.
Aunque, claro, nadie se sorprendió cuando la locomotora también se quedó sin combustible poco antes de entrar en La Habana.
Reflexión final
Lejos de desanimarse, los protagonistas de esta historia demostraron, una vez más, que en Cuba la palabra «rendirse» no forma parte del diccionario.
En un país donde la creatividad y la fuerza de voluntad son el principal motor, empujar un tren no es solo una solución temporal, sino una metáfora del día a día.
Porque, como dijeron algunos de los pasajeros al bajarse: «Mientras haya voluntad, ¡no hay tren que no podamos mover!»