Durante su reciente participación en la Cumbre de la FAO, celebrada en un lujoso salón decorado con banderas y símbolos de colaboración internacional, la delegación cubana se topó con una esperanza inesperada: un joven médico chino que, al parecer, posee el conocimiento y las habilidades necesarias para resolver los profundos problemas alimentarios que aquejan a la Isla.
Con sonrisas de optimismo, los delegados posaron junto al médico, cuyo nombre sigue siendo un misterio, pero cuya reputación ya ha empezado a crecer como el nuevo «gurú» de la soberanía alimentaria.
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Según fuentes internas, este galeno habría compartido una serie de ideas revolucionarias que combinan medicina tradicional china y técnicas avanzadas de cultivo, lo que podría suponer una solución mágica a los problemas que llevan décadas afectando a Cuba.
Entre promesas y soluciones
El médico chino no perdió el tiempo en desplegar su arsenal de propuestas, que incluye todo, desde el uso de raíces milenarias para mejorar el rendimiento agrícola, hasta la posible transformación del arroz que, bajo sus métodos, promete multiplicarse como nunca antes visto.
Los miembros de la delegación cubana, emocionados con las promesas, no dudaron en afirmar que «la comida está a punto de dejar de ser un problema en Cuba».
Aunque aún no está claro si estas promesas se harán realidad, la esperanza —y la confianza en la ciencia ancestral de la medicina china— está más viva que nunca entre los delegados que asistieron al evento.
Según algunos de ellos, ya hay planes para establecer una línea directa de comunicación con este joven médico y su equipo en China.
Por ahora, queda esperar si el futuro alimentario de Cuba vendrá, no de un milagro, sino de una «fórmula secreta» traída desde tierras lejanas, bajo la guía de un hombre cuya camisa blanca y sonrisa tímida ya lo han hecho una leyenda en ciernes.