Este túnel conecta La Habana con West Island, en Astralia.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, inauguró oficialmente un túnel subterráneo en La Habana que conecta a la isla caribeña con West Island, una pequeña porción de tierra en las antípodas de Cuba, en el remoto Territorio Australiano de las Islas Cocos (Keeling).
Lo que comenzó como un bache insignificante en las calles de la capital cubana, fue creciendo hasta convertirse en un gigantesco pasaje que, según los geólogos cubanos, atraviesa el globo terráqueo de punta a punta.
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De bache a “obra maestra de la Revolución”
El origen de esta hazaña tiene tintes surrealistas. Según las autoridades, el túnel subterráneo comenzó a formarse de manera espontánea en un barrio habanero debido a las malas condiciones de la infraestructura vial.
“Al principio, era solo un bache más”, declaró uno de los ingenieros de la obra. “Pero con el tiempo, el bache fue creciendo, devorando asfalto y concreto, hasta que de repente, nos dimos cuenta de que estábamos mirando algo mucho más grande”.
Las cuadrillas del gobierno intentaron, en vano, tapar el agujero, pero cada esfuerzo fracasaba, lo que llevó a la conclusión de que el fenómeno no era un simple defecto en la vía pública, sino una oportunidad histórica.
Así, tras varios meses de trabajos improvisados y con la ayuda de un par de ingenieros recién egresados, el túnel fue bautizado como el “Pasaje Díaz-Canel”, y se tomó la decisión de dejarlo crecer hasta que, finalmente, atravesara el planeta.
La inauguración: otro “triunfo” revolucionario
Díaz-Canel, rodeado de sus más cercanos funcionarios y con su ya habitual tono de solemnidad revolucionaria, cortó la cinta roja en la ceremonia de inauguración del túnel, declarando que este “logro” simbolizaba la determinación del pueblo cubano de abrirse paso incluso cuando las condiciones parezcan adversas.
“Este túnel es un testimonio de lo que la Revolución es capaz de hacer con los recursos que tiene, es un símbolo de resistencia y una puerta hacia un futuro mejor”, expresó el mandatario, sin perder la oportunidad de hacer un paralelismo entre el crecimiento del bache y el legado de la Revolución, que también, según él, “creció desde abajo”.
West Island: el otro lado del mundo… literalmente
El túnel culmina en West Island, una isla australiana prácticamente deshabitada, a la que ahora, en teoría, se podría acceder caminando desde La Habana.
Aunque las autoridades no han dado detalles sobre las condiciones internas del túnel, muchos especulan que el trayecto puede ser complicado debido a la distancia, el calor subterráneo y la falta de oxígeno en algunos tramos.
Sin embargo, Díaz-Canel aseguró que el pasaje tiene “un enorme potencial” para el desarrollo turístico y económico de Cuba.
“Ahora, los cubanos podrán caminar hasta las antípodas, lo que, en teoría, nos abre las puertas para nuevas oportunidades de intercambio con el otro lado del mundo”, comentó, sin especificar cómo este túnel mejorará las condiciones de vida en la isla o aliviará los problemas económicos que afectan al país.
Reacciones locales: del escepticismo al humor popular
En los barrios habaneros cercanos a la entrada del túnel, las reacciones variaron entre la incredulidad y el humor típico cubano.
“Primero no podían tapar el bache, y ahora resulta que crearon un túnel hacia el fin del mundo”, bromeó un vecino mientras observaba los preparativos de la inauguración.
“Si por lo menos nos dieran una escalera para subir cuando caemos en los baches de La Habana, ya sería un avance”, comentó otro, mientras una señora vendía camisetas con la frase “Yo amo el túnel de Díaz-Canel”.
Otros ciudadanos expresaron su frustración, argumentando que mientras el gobierno se enfoca en este tipo de “logros simbólicos”, los problemas reales del país, como el desabastecimiento y los apagones, siguen sin resolverse.
“Es irónico, porque con el túnel podemos escapar a otro lado, pero no tenemos cómo comer o siquiera alumbrarnos en nuestras casas”, se lamentaba una mujer que pasaba por la zona.
El futuro incierto del túnel
Mientras algunos medios internacionales mostraban curiosidad por el curioso proyecto del túnel, expertos en geología y estructuras subterráneas no tardaron en señalar los riesgos de la obra.
“Cavar un túnel de esas dimensiones sin los recursos adecuados podría tener consecuencias catastróficas”, advirtió un ingeniero australiano, quien sugirió que la “solución cubana” podría causar derrumbes o incluso alterar la estabilidad tectónica de la región.
Por ahora, el túnel sigue siendo objeto de controversia y su utilidad real está por verse.
Algunos cubanos lo ven como una posible salida hacia un nuevo destino, mientras que otros lo consideran otra distracción para evitar enfrentar las carencias del día a día. Sin embargo, lo cierto es que el bache más famoso de Cuba se ha convertido en un túnel subterráneo internacional, algo que ni el más optimista podría haber previsto… ni el más pesimista imaginado.