Martha del Carmen Mesa Valenciano destaca su amor por la agricultura en plena faena comunista.
Martha del Carmen Mesa Valenciano, presidenta de la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, sorprendió a la opinión pública con una inesperada revelación durante una jornada de trabajo voluntario en las afueras de La Habana.
Mientras cavaba con una pala más oxidada que las políticas económicas de la isla, la diputada declaró con entusiasmo: «Sembrar yerba es mi pasión», provocando una mezcla de desconcierto y risas entre los presentes.
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Un domingo de «trabajo voluntario» de alto perfil
Mesa Valenciano, reconocida por sus discursos apasionados sobre el «futuro brillante de la educación cubana», decidió cambiar los salones parlamentarios por los surcos de una parcela de yerba en un organopónico estatal de La Lisa, a las afueras de La Habana.
En pleno apogeo del trabajo voluntario, mientras el sol cubano apretaba sin piedad y el sudor corría por su rostro, la diputada insistía en que este era su verdadero llamado: «La educación está bien, pero no hay nada como sentir la tierra bajo las uñas y ver crecer esta yerba con tus propias manos», exclamó, casi poetizando mientras luchaba por no resbalar en el lodo.
«Este país necesita más yerba», añadió mientras miraba con orgullo los pequeños brotes que apenas se levantaban del suelo.
Según sus palabras, el sembrado de yerba es la «solución ecológica» a las problemáticas ambientales y alimentarias que enfrenta la nación.
«Esto no es solo trabajo físico, es un compromiso con la Revolución y su continuidad», sentenció la diputada entre hachazos mal dirigidos a la tierra, que por poco se lleva consigo un pie.
Sembrando el futuro… ¿y la yerba?
El día no estuvo exento de momentos curiosos. Mientras la diputada daba un discurso improvisado, hablando del valor de «sembrar para cosechar el futuro», algunos de los campesinos que participaban en la jornada de trabajo parecían más preocupados por la eficiencia de su técnica agrícola que por sus palabras.
«Si sigue sembrando así, la yerba no crece ni para alimentar cabras», comentó entre risas Juan Carlos, un agricultor de la zona que no entendía si la diputada estaba más preocupada por la tierra o por hacer buena propaganda.
Una pasión… cuestionable
Pese a la insistencia de Mesa Valenciano en que su «verdadera pasión» es sembrar yerba, algunos de los participantes no pudieron evitar preguntarse qué tipo de yerba se refería.
«Si es para pasto, está bien, pero aquí en Cuba ya hay bastante gente que ‘siembra’ otras yerbas», bromeó un joven mientras hacía referencia a la escasez de recursos agrícolas y el ingenio popular para sobrevivir.
Las redes sociales no tardaron en reaccionar al curioso caso de la diputada sembradora. Los memes inundaron rápidamente Facebook y Twitter, con usuarios comparando a Martha del Carmen con personajes de la agroindustria del siglo XIX.
«Parece que de tanto sembrar excusas ahora se dedica a la yerba», tuiteó un cubano con un ingenio afilado. Otros, más sarcásticos, comentaban: «Si Martha del Carmen siembra tan bien como maneja la educación, estamos perdidos».
El legado de una sembradora comunista
Mesa Valenciano, sin embargo, no se amilanó ante las críticas ni los comentarios sarcásticos. En declaraciones posteriores, reafirmó que «la yerba tiene un valor incalculable», especialmente en tiempos de crisis.
«Esta es la yerba de la Revolución, la que nos alimentará y nos hará crecer como nación», afirmó en tono épico, mientras los demás trabajadores del campo apenas contenían la risa.
Un futuro lleno de yerba (y promesas)
El gobierno cubano ha anunciado que continuará promoviendo el trabajo voluntario como parte de la «recuperación económica».
Y aunque muchos aún se preguntan si esta «pasión» de Martha del Carmen será más que una escena pintoresca en el teatro político cubano, está claro que, al menos por un día, la presidenta de la Comisión de Educación dejó las leyes a un lado para entregarse al sembrado de una Cuba más… verde.
«Si la educación no prospera, al menos tendremos yerba para rato», bromeó uno de sus compañeros al final de la jornada. Mientras tanto, la yerba sigue creciendo.