En una feria agropecuaria de La Habana se vivió un momento tenso, cuando una mujer decidió defender su mercancía como si fuera oro.
Lo que comenzó como una tranquila mañana en una feria agropecuaria de La Habana se convirtió en el escenario de un enfrentamiento épico cuando Mercedes Álvarez, una vendedora de plátanos machos, se plantó frente a su camión para evitar que le robaran la mercancía.
“Aquí no van a robarme más. ¡Que se atrevan!”, gritaba con furia mientras custodiaba los racimos de plátanos como si de un tesoro nacional se tratase.
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“No es la primera vez que me intentan robar”
Mercedes, veterana de mil ferias agropecuarias, no estaba dispuesta a permitir que su preciado cargamento de plátanos machos volviera a desaparecer misteriosamente.
“El mes pasado llegué con mi camión lleno y, en cuestión de segundos, desaparecieron los plátanos como por arte de magia. Ni la CIA roba tan rápido”, comentó con una mezcla de indignación y humor.
Esta vez, Mercedes llegó preparada. Con un par de tenis bien amarrados, un moño apretado y una mirada que podría asustar hasta al más astuto ladrón de plátanos, la mujer se plantó firme al lado de su camión y no permitió que nadie se le acercara.
El grito de guerra: “No pasarán”
Testigos en la feria aseguran que Mercedes se mantuvo al pie del cañón, gritando: “¡No pasarán!” a todo aquel que osara poner un pie cerca de su mercancía.
“Yo no soy boba, ya me la hicieron una vez, pero esta vez me traje a mi hijo que es karateca y me mantengo firme. Plátano que se llevan es plátano que se paga”, sentenció con los brazos cruzados y una sombrilla para cubrirse del sol abrasador.
Uno de los clientes, que intentaba comprar cinco plátanos, confesó: “Le dije que quería unos plátanos y casi me mete un chancletazo. Me dio miedo preguntarle de nuevo, así que me fui a comprar malanga”.
Mercado negro de plátanos en auge
La vigilancia extrema de Mercedes no es casualidad. En los últimos meses, el robo de plátanos machos se ha convertido en un lucrativo negocio en La Habana.
«El que roba plátanos machos en esta feria puede venderlos en el mercado negro y ganarse lo suficiente para una semana de comida, o al menos para invitar a la novia a un refresco», afirmó uno de los vendedores cercanos, que pidió no ser identificado.
Algunos sospechan que detrás de estos robos está una red de contrabandistas de productos agrícolas que se han especializado en desaparecer cargamentos completos sin dejar rastro.
“Es como si tuvieran una técnica ninja. Uno parpadea y ya no hay ni un plátano en el camión”, agregó Mercedes, con los ojos entrecerrados, vigilando cada movimiento a su alrededor.
El plátano: símbolo de resistencia
Lo que comenzó como una simple estrategia de protección de su mercancía ha terminado convirtiendo a Mercedes en una leyenda de la feria.
“No es solo por los plátanos, es por el respeto. Aquí la gente piensa que se puede llevar lo que quiera, pero no conmigo. Aquí se respetan los plátanos machos, ¡que eso no es cualquier cosa!”, afirmó con el pecho inflado.
El heroísmo de Mercedes ha inspirado a otros vendedores de la feria a seguir su ejemplo.
Algunos ya han comenzado a implementar medidas similares, como instalar sillas plegables frente a sus camiones o usar sus sombrillas como armas disuasorias.
Incluso se habla de crear una brigada de “Defensores del Plátano”, liderada por Mercedes, para proteger los productos agrícolas más codiciados de la feria.
Los plátanos siguen a salvo… por ahora
Al cierre de la feria, y después de un día de vigilancia incansable, Mercedes pudo respirar tranquila: ni un solo plátano fue robado.
“Me siento como una heroína. Hoy gané la batalla, pero sé que la guerra no ha terminado. Volverán, pero aquí estaré yo, con mi chancleta lista para defender lo mío”, concluyó.