La administradora de la tienda de Camagüey que instaló los maniquíes rojos declaró que estos representan «el fuego encendido de la revolución comunista cubana».
María López, la apasionada gerente del establecimiento, explicó que cada maniquí rojo simbolizaba el espíritu ardiente del movimiento.
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López afirmó que la idea surgió durante una reunión con su equipo creativo, quienes propusieron hacer algo «radicalmente diferente» para atraer la atención de los transeúntes.
«Queríamos transmitir un mensaje poderoso», explicó. «Así que optamos por estos maniquíes rojos que, además de ser estéticamente impactantes, llevan un profundo significado ideológico».
Los clientes y curiosos que se acercaron a la tienda en Camagüey se mostraron sorprendidos y, en su mayoría, divertidos por la peculiar decoración.
«Es una forma ingeniosa de destacar», comentó Ana Pérez, una visitante habitual del centro comercial. «No todos los días ves maniquíes que parecen estar listos para marchar en una manifestación».
Sin embargo, la aparición de los maniquíes rojos en la tienda de Camagüey desató una ola de críticas en las redes sociales.
Numerosos usuarios manifestaron su descontento, calificando la iniciativa como «ridícula» y «fuera de lugar».
A pesar de la polémica generada en internet, los dirigentes del Partido Comunista de Cuba (PCC) no mostraron preocupación alguna por las críticas.
«Ellos viven enajenados de la realidad», comentó un habitante local que prefirió mantenerse en el anonimato. «Están más interesados en mantener una imagen revolucionaria que en escuchar la voz del pueblo».
A pesar de las críticas, la Dirección de Comercio de Camagüey respaldó la idea de López y planeó instalar maniquíes rojos en todas sus tiendas.
«Creemos que estos maniquíes pueden convertirse en un símbolo de nuestro compromiso con los ideales revolucionarios», declaró un portavoz de la Dirección. «Queremos que cada tienda de Camagüey refleje este espíritu combativo y enérgico».
Solo el tiempo dirá si los maniquíes rojos se convertirán en una tendencia duradera o en una anécdota pasajera en la historia del comercio local. Mientras tanto, María López sigue convencida de que su elección no solo es estética, sino también un acto de reivindicación política.