En un enfrentamiento que dejó asombrado al público en el tatami, una judoca japonesa admitió que no pudo proyectar a su oponente cubana durante un torneo internacional, no por falta de técnica, sino por el «peso de los ideales revolucionarios» que la deportista caribeña llevaba consigo.
«Sentí que era como intentar levantar a toda la historia de la Revolución cubana en un solo movimiento», comentó la japonesa entre risas, claramente impresionada por la fortaleza de su adversaria.
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El encuentro, que en principio parecía una típica competición de judo, se convirtió rápidamente en un duelo simbólico cuando la cubana, con su determinación y fuerza física, demostró que su preparación no solo estaba en el cuerpo, sino también en el espíritu.
«Cada vez que intentaba hacer una técnica, sentía que no solo me enfrentaba a ella, sino a todo un legado de lucha», añadió la japonesa.
El público, encantado con la metáfora, aplaudió la resistencia de la judoca cubana, que no dejó pasar la oportunidad de remarcar la importancia de su formación, tanto en el deporte como en los ideales que la acompañan.
Por su parte la cubana achacó su victoria a la lectura de Cien horas con Fidel que estuvo leyendo la noche anterior.
«Imagínate, tenía todo eso en el estómago. Ni siquiera había podido ir al baño,» dijo.
La cubana dedicó la victoria a la pirámide deportiva – Espa, Eide – en la concreción de los logros en el ámbito del deporte.
«Fuimos 5tos en Barcelona 1992, y eso es algo que no nos lo quita nadie,» señaló al final de la entrevista.