PARIS– Julio César La Cruz, bicampeón olímpico y una de las grandes esperanzas de Cuba para colgarse la medalla de oro, sufrió una sorprendente derrota en su combate de Octavos de Final en los Juegos Olímpicos de París 2024.
La Cruz cayó ante su compatriota Loren Berto Alfonso, quien ahora representa a Azerbaiyán.
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Esta derrota, sin embargo, no fue atribuida a la falta de habilidad, sino a una razón mucho más mundana: el hambre.
“Tenía hambre; solo había comido un croissant”, confesó La Cruz después de perder.
El combate, que tuvo lugar en el prestigioso torneo olímpico, atrajo a miles de fanáticos ansiosos por ver a su héroe en acción.
Julio César La Cruz, conocido por su agilidad y técnica impecable, no logró mantener su habitual nivel de rendimiento.
Desde el primer asalto, se pudo notar que algo no estaba bien.
“Lo vi pálido, sin la energía de siempre”, comentó un espectador preocupado.
En la rueda de prensa posterior al combate, La Cruz explicó las razones detrás de su inesperada derrota.
“No había comido nada decente en todo el día. Solo me dieron un croissant por la mañana, y eso no es suficiente para alguien que va a pelear”, explicó, visiblemente frustrado. “Sentí que me faltaban fuerzas, que no podía moverme como de costumbre. El hambre me venció antes que mi oponente”.
El croissant en cuestión, un pequeño bocado más asociado a los desayunos parisinos que a la dieta de un boxeador de élite, se convirtió rápidamente en el tema de conversación en toda la isla.
“Esto no es culpa de Julio. Un croissant no puede sostener a un campeón mundial”, afirmó su entrenador, quien también expresó su preocupación por la logística y la nutrición de los atletas cubanos.