Marrero se come de un bocado la pizza más grande de Cuba

Esta pizza, bautizada rápidamente como la “Pizzamarrero”, fue un intento de las autoridades por elevar el ánimo del pueblo

El primer ministro de Cuba, Manuel Marrero, ha vuelto a captar la atención de la nación, no por su usual jerga tecnocrática sobre la situación energética, sino por su notable hazaña en el mundo de la gastronomía.

Durante la inauguración de una pizzería estatal en La Habana, Marrero sorprendió a todos al devorar, de un solo bocado, la pizza más grande jamás horneada en suelo cubano, un plato de dimensiones épicas que hasta ahora solo existía en leyendas urbanas.

La “Pizzamarrero”: un bocado revolucionario

Esta pizza, bautizada rápidamente como la “Pizzamarrero”, fue un intento de las autoridades por elevar el ánimo del pueblo mediante una jornada de “deleite patriótico”.

Con un diámetro de dos metros y recubierta de una generosa cantidad de queso “tipo mozzarella” (de origen incierto), rodajas de embutido sin definir y espolvoreada con orégano del Ministerio de Agricultura, la obra fue presentada con orgullo por los funcionarios de la pizzería estatal.

Sin embargo, lo que no esperaban era que Marrero transformara la ocasión en un espectáculo de resistencia y destreza alimentaria.

Apenas presentada la pizza, el Primer Ministro, con un hambre visible (quizás acumulado de varias reuniones), se inclinó sobre el plato, murmurando algo sobre “nutrición revolucionaria”, y acto seguido, en un movimiento digno de un campeón de concurso de comida, abrió la boca y engulló el plato sin pestañear.

El evento dejó al público boquiabierto y a los trabajadores de la pizzería visiblemente aliviados, ya que así evitarían distribuir porciones minúsculas entre los invitados.

Marrero responde a las críticas: “Comer grande es pensar en grande”

El acto de Marrero, aunque aplaudido por algunos como un “gesto de fuerza” y “sacrificio” en representación de todos los cubanos, no estuvo exento de críticas.

Algunos señalaron que mientras el Primer Ministro degustaba la “Pizzamarrero”, miles de cubanos seguían esperando en largas filas para conseguir alimentos básicos.

Sin embargo, él fue contundente en su respuesta: “En tiempos de crisis, comer grande es pensar en grande”, declaró en una breve intervención ante los medios, seguido por una risa que algunos describieron como un “eructo de satisfacción”.

Reacciones populares: “¡Ese hombre sí tiene hambre de cambio!”

Las redes sociales y los ciudadanos no tardaron en responder al evento, expresando con ironía sus opiniones sobre la hazaña gastronómica del Premier.

“Si comiera problemas igual que pizzas, estaríamos bien”, comentó un usuario en redes.

Otra persona, recordando las colas diarias para conseguir alimentos, comentó: “Al menos alguien en Cuba está comiendo bien y no es turista”.

Sin embargo, uno de los comentarios más populares fue el de una señora en la fila del pan que observó: “¡Ese hombre sí tiene hambre de cambio, pero en su plato!”.

“El pueblo es prioridad, después de la pizza”

Tras el acto, Marrero dirigió unas palabras a los trabajadores de la pizzería, agradeciéndoles por su “sacrificio revolucionario” y afirmando que el gobierno seguirá “alimentando al pueblo”, aunque no especificó si el pueblo tendría acceso a una pizza tan monumental.

“Esta es la muestra de que estamos mejorando, aunque sea por el estómago de algunos”, agregó.

Propuestas para el futuro: ¿se viene la “Pizzacanel”?

Fuentes no oficiales sugieren que el próximo en enfrentarse al desafío culinario será el propio presidente Miguel Díaz-Canel, quien ha mostrado interés en probar una variante de pizza especial, la “Pizzacanel”, que incluiría ingredientes “patrióticos” como el limón y la calabaza.

Sin embargo, algunos ciudadanos se preguntan si la alta dirigencia continuará con su obsesión por devorar cada plato sin dejar rastro, mientras el cubano de a pie sigue repartiendo una croqueta por familia.

En resumen: ¿sátira o hambre?

Mientras el país continúa lidiando con la escasez de alimentos, el acto de Marrero deja un sabor agridulce en la boca del pueblo.

La pregunta que resuena en las calles es clara: ¿cuánto tiempo más podrán las autoridades engullir “logros” mientras el pueblo espera su porción de la pizza revolucionaria?

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