La Habana – El ministro de Industrias de Cuba, Eloy Álvarez Martínez, visitó la planta de Antillana de Acero solo para descubrir un paisaje que parece sacado de una película postapocalíptica: un edificio en ruinas, baches del tamaño de cráteres y una abundancia de fango que haría palidecer a cualquier pantano.

«Es increíble lo que uno puede encontrar cuando se sale del despacho,» comentó el ministro, tratando de mantener la compostura mientras su zapato desaparecía en un charco. «Me habían dicho que las condiciones eran perfectas, pero parece que alguien se olvidó de avisar al lugar.»

Los trabajadores de la planta, acostumbrados a estas condiciones, recibieron al ministro con una mezcla de resignación y curiosidad.

«Ya sabemos dónde están los baches más profundos y el fango más traicionero,» señaló uno de los operarios. «Nos orientamos como en una expedición en la selva.»

Álvarez Martínez prometió que se destinarían fondos considerables para la rehabilitación de la planta y la mejora de las condiciones laborales.

«Vamos a traer recursos y mejoras tecnológicas,» aseguró mientras esquivaba otro bache. «Solo necesitamos encontrar dónde almacenarlos, ya que todos los almacenes están destruidos.»

Las autoridades locales, por su parte, se mostraron esperanzadas.

«Esta visita subraya el compromiso del gobierno con la industria nacional,» afirmó un portavoz. «Y también nos recuerda que siempre es bueno tener botas de caucho a mano.»

El recorrido finalizó cuando el Ministro resbaló y cayó en un charco especialmente profundo.

«Solo quería comprobar la profundidad del problema,» bromeó mientras se levantaba, provocando risas y aplausos de los trabajadores.