El presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), Félix Duartes Ortega, protagonizó un momento incómodo durante su visita a los campos cañeros de Cienfuegos cuando, al encontrarse con una máquina de corte mecanizado, no pudo contener su reacción y exclamó: «Pura chatarra».
El evento, que formaba parte de una supervisión para evaluar la preparación de la zafra azucarera, tuvo lugar en una cooperativa agrícola que, según datos oficiales, “es ejemplo de resistencia frente a las adversidades del bloqueo imperialista”.
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La máquina, un modelo soviético de la década de 1980, había sido sometida a múltiples reparaciones, al punto de que las piezas originales ya son una leyenda urbana entre los trabajadores.
Un vistazo al “patrimonio agrícola”
El ingenio en cuestión, bautizado como “La Esperanza” por los obreros del lugar, fue presentado al dirigente como un ejemplo de cómo los cubanos logran «hacer milagros con lo poco que tienen».
Sin embargo, el optimismo duró poco. Tras inspeccionarla de cerca, Machín soltó un suspiro profundo antes de declarar: “Esto no corta ni un ramo de flores, mucho menos la caña. Esto es pura chatarra”.
El comentario dejó atónitos a los presentes, que rápidamente intentaron justificar la situación. “Es que necesitamos que nos aprueben más recursos”, dijo uno de los operadores.
Otro añadió: “Esta máquina tiene más historia que el himno nacional, pero con un poco de ingenio le sacamos dos zafras más, fácil”.
Reacciones mixtas
Aunque algunos vieron el comentario como una muestra de sinceridad necesaria, otros no lo tomaron tan bien. “¿Cómo va a decir eso? Este hombre no sabe lo que cuesta mantener esta cooperativa en pie”, comentó un agricultor visiblemente molesto.
Por su parte, los trabajadores aprovecharon la ocasión para pedir nuevas maquinarias. “No queremos limosnas, queremos tractores que no se queden atascados ni máquinas que no se desarmen al tercer corte”, expresó uno de los líderes del equipo agrícola.
La respuesta oficial
En su discurso de cierre, Machín intentó suavizar sus palabras, afirmando que “esta máquina simboliza la capacidad del pueblo cubano de superar cualquier reto”, aunque no pudo evitar otro comentario desafortunado: “Eso sí, el reto aquí es mayor que en cualquier otro lugar del mundo”.
El evento culminó con un brindis de guarapo y un recorrido por otros puntos de la cooperativa, donde el presidente se mostró más reservado en sus observaciones.
La moraleja de la visita
El incidente dejó una lección importante: en Cuba, hasta las máquinas tienen que ser revolucionarias y adaptarse a las carencias. Mientras tanto, “La Esperanza” sigue en pie, lista para otra temporada, aunque nadie sabe si será capaz de enfrentar la próxima zafra sin terminar en el cementerio de hierro oxidado que ya ocupa gran parte del taller.
Por ahora, los trabajadores esperan que las palabras del presidente sirvan como un llamado a la acción, mientras se preparan para lo que mejor saben hacer: trabajar con lo que tienen, aunque sea “pura chatarra”.