Los apagones no son un problema, ¡son una oportunidad laboral!
Un grupo de jóvenes universitarios recién graduados ha sido asignado a la empresa eléctrica de Santiago de Cuba como parte de su Servicio Social Obligatorio.
La noticia ha sido recibida con entusiasmo por las autoridades locales, quienes aseguran que los apagones constantes en la región son el “escenario perfecto” para que los jóvenes pongan en práctica sus conocimientos y “se gradúen de verdad, pero en la vida real”.
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«Aquí van a aprender de apagones a la antigua»
Los graduados, en su mayoría ingenieros eléctricos, llegaron con ilusión a la empresa, aunque no tardaron en darse cuenta de la realidad que les esperaba.
«Nos enseñaron cómo mantener una red eléctrica moderna y aquí lo que tenemos es algo que parece sacado de un museo de historia de la Revolución», comentó uno de los jóvenes, que prefirió no dar su nombre por temor a represalias… o a quedarse sin merienda.
El director de la empresa, en tono motivador, les dio la bienvenida explicando que Santiago de Cuba es el mejor lugar para probar su resistencia profesional.
«Aquí van a aprender cómo es quitar la luz, sin necesidad de tanta tecnología moderna. Lo que no enseñan en las universidades del primer mundo, lo aprenden aquí», dijo orgulloso, mientras una bombilla parpadeaba sospechosamente en la sala.
Manual de supervivencia para ingenieros novatos
Ante la realidad de apagones que pueden durar más que una novela brasileña, los recién graduados han empezado a desarrollar habilidades que nunca pensaron que necesitarían.
«Uno de mis compañeros ya sabe cómo hacer funcionar una planta eléctrica con un dínamo y una bicicleta», aseguró un joven ingeniero.
Otro, con menos suerte, confesó que ha tenido que aprender a sobrevivir bajo 40 grados de calor sin corriente y sin abanico: «Es un arte que no te enseñan en ninguna parte, excepto en Cuba», declaró mientras secaba el sudor de su frente.
“Aquí todo se resuelve con inventiva”
En su primer día de trabajo, los recién graduados fueron testigos de las ingeniosas soluciones implementadas por los veteranos de la empresa.
«No hay transformadores nuevos, pero ¿quién los necesita cuando podemos usar un par de cocos secos y algo de cinta adhesiva?», bromeó uno de los técnicos con más experiencia, quien también les aconsejó que siempre tengan a mano una linterna… o un quinqué.
Los universitarios, que esperaban llegar a una empresa con tecnología avanzada, se toparon con un equipo que lleva décadas funcionando “a base de fe y coraje”.
«El cableado es un Frankenstein de piezas y pedazos de varios sistemas. Aquí conectamos lo que se puede con lo que se encuentra», confesó otro trabajador de la planta, mientras los recién graduados tomaban notas para no olvidar la lección del día.
Motivación en tiempos oscuros
Pese a las condiciones, los jóvenes aseguran que no todo es negativo.
«Nos han dicho que, si logramos arreglar la mitad de los apagones en los próximos seis meses, quizás nos den un reconocimiento… o al menos un ventilador para nuestras casas», dijo una ingeniera esperanzada.
Además, la promesa de un almuerzo con arroz y chícharos en el comedor de la empresa ha sido suficiente motivación para que los novatos no se rindan ante la primera subida de voltaje.
Por ahora, los apagones continuarán siendo parte del día a día en Santiago de Cuba, pero con estos jóvenes universitarios al mando, las autoridades confían en que la luz, literalmente, vuelva a brillar. O al menos, que los santiagueros aprendan a ver en la oscuridad mientras tanto.