Vecinas inquebrantables “hasta que se seque el Malecón”

Fidel, el Malecón y las promesas eternas: Un juramento en la Cuba de hoy.

Dos vecinas cubanas del barrio más leal al “legado eterno” del dictador Fidel Castro, decidieron ratificar su compromiso con la Revolución con una promesa que ha dejado a más de uno rascándose la cabeza.

El cartel, clavado firmemente en la entrada de su humilde hogar, reza: “Con Fidel y la Revolución hasta que se seque el Malecón”.

Vestidas con ropa casual de andar por casa y pañuelos en la cabeza, las mujeres posaron con determinación frente a un retrato del comandante, mostrando que la resistencia no solo está en las grandes marchas, sino en los pequeños gestos de quienes, desde la escasez y el racionamiento, han jurado no soltar su pancarta hasta que La Habana se quede sin su querido Malecón… o hasta que la libreta de racionamiento traiga algo decente, lo que ocurra primero.

El juramento y la metáfora: “Secar el Malecón”

La frase “hasta que se seque el Malecón” ha desatado todo tipo de interpretaciones.

Mientras que algunos señalan que se trata de una metáfora del inquebrantable amor por la Revolución, otros sugieren que las autoras del cartel simplemente esperan un milagro, ya sea en forma de alimentos o de promesas cumplidas.

Fuentes cercanas afirman que una de ellas comentó en tono jocoso: “Mira, si esperar a que se seque el Malecón es igual que esperar a que mejoren las cosas en Cuba, entonces estamos listas para toda una eternidad”.

Flores, Fidel y la esperanza marchita

Debajo del cartel y el retrato de Fidel, se observan unas flores en estado algo deteriorado, colocadas con esmero para conmemorar un aniversario más del nacimiento del hombre que prometió una Cuba libre, pero que quizás no calculó los detalles de la escasez.

Las vecinas, fieles al legado, depositaron estas flores no solo como símbolo de respeto, sino también con la esperanza de que el espíritu del comandante les traiga un paquete extra de pollo a través del CDR local, aunque sea con fechas de expiración sospechosas.

El barrio revolucionario y su misión de resistencia

Este pequeño barrio de La Habana ha sido un bastión de la fidelidad castrista durante décadas, y la decoración lo deja claro.

“Aquí no hay malecón”, comentó una vecina no identificada mientras pasaba por la escena. “Lo único que se está secando es la esperanza, pero aquí seguimos, con Fideh y la Revolución, hasta que los apagones nos lo permitan”.

Las dos mujeres retratadas asienten enérgicamente, reafirmando su disposición a soportar cualquier adversidad… menos quizás la falta de telenovelas turcas.

El simbolismo de la resistencia cotidiana

Para muchos, esta escena resume la vida cotidiana en Cuba, donde el culto a la personalidad sigue tan vivo como el descontento de los que no ven luz al final del túnel.

Pero estas mujeres han decidido no perder la fe.

Con miradas firmes y cuerpos fuertes, enfrentan la realidad diaria con el mismo estoicismo con el que el Malecón enfrenta las olas, con la diferencia de que el Malecón sigue recibiendo turistas y ellas… bueno, reciben apagones.

La Revolución, al parecer, también es eterna para ellas, al menos hasta que alguien les confirme que, en efecto, el Malecón se ha secado.

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