Trabajo voluntario en Hospital de Santiago de Cuba: “Sin pintura lo que queda es pasar un trapo húmedo”

Un grupo de trabajadores voluntarios en el Hospital Juan Bruno Zayas, de Santiago de Cuba, se dedicó a la restauración de mobiliario médico este fin de semana.

Sin embargo, las labores se limitaron a lo que algunos participantes describieron como “una mera limpieza superficial”, ya que los materiales prometidos, como la pintura, nunca llegaron.

“Nos dijeron que habría pintura, pero… no”

“Lo que uno hace aquí es con el corazón”, comentó Marta Pérez, voluntaria que participó en el evento.

Armados con cepillos de cerdas duras y trapos húmedos, los voluntarios se encargaron de limpiar los carritos de metal oxidados que alguna vez sirvieron para transportar equipos médicos.

“Nos dijeron que llegaría pintura, pero al final lo único que pudimos hacer fue limpiar con un trapito. Sin pintura, lo que queda es esto”, agregó Pérez, señalando el carrito cuyo óxido asomaba como si fuera parte de su diseño original.

Un esfuerzo que no alcanza

Aunque el trabajo voluntario es una tradición en Cuba, las condiciones materiales en esta ocasión hicieron que muchos se sintieran frustrados.

“Llevo todo el día aquí, y lo único que hemos hecho es limpiar lo que ya no tiene remedio”, afirmó Yuniel Rodríguez, otro voluntario.

“Esto no se va a resolver con un trapo mojado, aquí hace falta de todo: pintura, herramientas, repuestos, y, sobre todo, ganas de hacer bien las cosas”, dijo mientras se esforzaba por quitar una capa de polvo acumulado en otro carrito.

Un reflejo de la realidad hospitalaria

Este tipo de trabajos voluntarios se ha vuelto común en instituciones que enfrentan serias limitaciones de recursos.

Sin embargo, para muchos, el simbolismo del esfuerzo no es suficiente para solucionar problemas estructurales.

“Agradecemos el trabajo voluntario, pero lo que realmente necesitamos es una inyección de recursos”, comentó un trabajador del hospital que prefirió mantenerse en el anonimato. “Con buena voluntad no se solucionan décadas de deterioro”.

Por ahora, los carritos de hospital seguirán sirviendo, aunque sea con sus capas de óxido “limpias” y relucientes, gracias al esfuerzo de estos incansables voluntarios que no pierden la esperanza de ver cambios reales en el sistema de salud.

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